martes, 15 de septiembre de 2009

AYER


Ayer me acosté en una cama rara pero mi cuerpo no la notó diferente. Borracha por el licor del cielo el sueño me alcanzó tarde. Y sin más, en el duermevela, dije un nombre. Enferma de culpa te miré para comprobar si seguías dormido. Tuve suerte. Siempre te ha costado escucharme. Me tapé los ojos para encerrarle de nuevo y evité mostrar la resaca de mi boca. Borré el rastro que habían dejado las lágrimas en nuestra almohada. Y esta mañana, mientras el microondas hacía girar al café, en mi cabeza daba vueltas la atolondrada idea de confesarte quién era.


TEXTO, De Jara Bedmar
IMAGEN, De Cristina del Barco

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