miércoles, 1 de julio de 2009

El Incendio


La observo de nuevo, después de tanto tiempo.
Se toca el pelo con una distracción premeditada. Vuelve a encender un cigarrillo. Creo que es el segundo en el rato que llevamos aquí sentados.
La sirvo agua en su copa y noto que su mano tiembla cuando se la acerca a la boca.
Apaga el cigarrillo a medias y vuelve a tomar la copa de agua. Su mano sigue temblando.
- ¿Cuánto tiempo hace ya? –pregunta mientras deja la copa sobre la mesa.
- Cinco años, creo. Quizás algo más.
- Estás estupendo.
- Ya.

Aparece el camarero y ambos pedimos la comida. Ella, para variar, una ensalada y de segundo algo de verdura. Yo, algo raro, con un nombre de esos muy largos. En realidad da lo mismo, apenas lo probaré, no debería haber venido.
Otra vez coge la copa. Veo que su copa ya está demasiado sucia, la deben sudar las manos porque entre el pintalabios y las marcas de sus dedos la copa está hecha un asco.
Comienza a contarme su vida desde que dejó de estar conmigo. No la presto demasiada atención, pero ha debido ser una vida triste ya que al poco rato parece haber terminado. Vuelve a estar callada y con la copa de agua en su mano de nuevo.
- ¿Y bien?, ¿no vas a contarme nada de ti? –comenta seria
- Creo que mejor no, no quiero que sepas nada de mí.

Vuelve a beber de su copa. Cuando la deja sobre la mesa la lleno de agua otra vez.
- ¿Para qué has venido entonces?
- No lo se, dímelo tú.

Lo cierto es que no tendría que haber venido, no se que es lo que estoy haciendo aquí con ella. Nada de lo que me diga me interesa y preferiría no haberlo hecho.
El camarero vuelve con los primeros platos y ambos jugueteamos con la comida, metiéndola luego en la boca sin ganas.
- Me han dicho que te va muy bien con una chica, ¿es verdad? –me pregunta sin levantar la vista del plato.
- Creo que de las diecisiete cosas que menos te deben importar en la vida, una de ellas es esa.

Ahora tomo yo mi copa y bebo agua de ella. Me fijo en ella y veo que está llorando. Esbozo una sonrisa.
- ¿Y eso?, ¿desde cuando lloras?
- Eres un cabrón. Me hablas como queriendo vengarte de mi cuando solo quería saber como te va todo. –gimotea sobre su ensalada sin levantar aún la vista.
- Vaya, lo mismo que tú en el tiempo estuviste a mi lado. ¿Recuerdas?, la diferencia es que yo aún no se de quién te vengabas entonces.

Tiene la boca metida en su copa que ha perdido casi totalmente su transparencia ya y gimotea dentro de ella, haciendo que lágrimas, agua y saliva se mezclen. Deja la copa en la mesa, al mismo tiempo que le indico al camarero que cambie su copa. Saca un pañuelo del bolso y se seca las lágrimas.
- ¿Sabes?, aún recuerdo cuando me decías que yo había provocado un incendio dentro de ti. –me dice mientras guarda de nuevo el pañuelo en el bolso.
- Ahora ya no quedan ni las cenizas de aquello, hace tiempo que vino alguien a soplarlas. –me doy cuenta que ya la he contado algo que no quería.
- Siempre tan poético.
- Mira, esto es una estupidez, creo que ha debido irte muy mal en estos años y como te has quedado sin nadie a quien poder joder, me llamas a mí para probar suerte –va a responderme, pero con un gesto la callo, aún no he acabado- Eso o quizás has encontrado a otra persona que te haya hecho el mismo daño que sueles provocar, si es así, felicita a ese tipo de mi parte. Desde este momento es mi héroe.

Me levanto, recojo mis cosas y me preparo para irme, ella continúa llorando en la mesa con la mano agarrando la copa. La gente de alrededor la mira de reojo y parece incómoda por la escena. Me acerco al maître y tras dudar un momento, opto por pagar la factura de la comida. Vuelvo a echar un vistazo hacia la mesa y sigue gimoteando sobre su plato. Esbozo mi segunda sonrisa y salgo del restaurante satisfecho por la comida de hoy.

1 comentario:

J.R.Infante dijo...

Una escena que encierra todo un mundo. Me llama mucho la atención, las cosas que no se dicen, lo que queda oculto, esa historia que cada cual puede ahora montar para que en su mente encaje lo que aquí se narra.
Un saludo