“HAY UN PELIGRO QUE ACECHA como un monstruo si resuelves hacerte alguna vez mayor, sólo has de engañar al tiempo, ponerle mala cara y tomarle la mano con desgana. Con tu tesón y tu extrañamiento también se decide la peor de las batallas.”
El desarraigo, la pérdida de lo que se ama, ese “extrañamiento” al que conduce el paso del tiempo son experiencias que tienen su punto de partida en el trance crucial de la niñez. De ese obligado paso que conduce de la inocencia a la experiencia devienen estos Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza, penúltima reescritura del universo literario en expansión que Luis Miguel Rabanal nos viene ofreciendo desde hace años.
Por ese universo orbitan los cuerpos violáceos de los fusilados y los furtivos que azotaban los montes, los amantes tristísimos, una vieja demenciada y el abuelo que contaba, los otros muchachos, los niños que fueron nuestros más fieles aliados y nuestros muy odiados enemigos en la piratería de aquellos años. Y como cruces sobre el cuerpo amado de la tierra, Castro, Valdeluna, Montecorral, Ceida, La Otrera, Olleir…Lugares que dibujan una poética geografía que flota sobre la geografía física que la inspiró (una pequeña zona de Omaña, en la montaña leonesa) y hunde sus raíces en la memoria del hombre que recorrió esa tierra, y en ella empezó a aprender las duras y tristes, bellas y amrgas lecciones del vivir.
En estos Casicuentos, despliega Rabanal el abanico entero de sus asuntos, la ‘summa’ de lo que nos ha venido contando durante toda su trayectoria como autor, así como la quinta esencia de una voz de rotunda personalidad y de un estilo ya instalado en niveles de alta maestría, de puro virtuosismo.
El desarraigo, la pérdida de lo que se ama, ese “extrañamiento” al que conduce el paso del tiempo son experiencias que tienen su punto de partida en el trance crucial de la niñez. De ese obligado paso que conduce de la inocencia a la experiencia devienen estos Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza, penúltima reescritura del universo literario en expansión que Luis Miguel Rabanal nos viene ofreciendo desde hace años.
Por ese universo orbitan los cuerpos violáceos de los fusilados y los furtivos que azotaban los montes, los amantes tristísimos, una vieja demenciada y el abuelo que contaba, los otros muchachos, los niños que fueron nuestros más fieles aliados y nuestros muy odiados enemigos en la piratería de aquellos años. Y como cruces sobre el cuerpo amado de la tierra, Castro, Valdeluna, Montecorral, Ceida, La Otrera, Olleir…Lugares que dibujan una poética geografía que flota sobre la geografía física que la inspiró (una pequeña zona de Omaña, en la montaña leonesa) y hunde sus raíces en la memoria del hombre que recorrió esa tierra, y en ella empezó a aprender las duras y tristes, bellas y amrgas lecciones del vivir.
En estos Casicuentos, despliega Rabanal el abanico entero de sus asuntos, la ‘summa’ de lo que nos ha venido contando durante toda su trayectoria como autor, así como la quinta esencia de una voz de rotunda personalidad y de un estilo ya instalado en niveles de alta maestría, de puro virtuosismo.
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Lo edita Ediciones Leteo en su colección de narrativa Relojero de Banaguás, en el número 7. León 2010. El epílogo es de Alberto R. Torices. Y se presenta en León el próximo 22 de Diciembre -Día de la Salud por excelencia- a las 20:30 en el Salón de actos del Ayuntamiento (calle Alfonso V). Intervendrán Alberto R. Torices, Tomás Sánchez Santiago y José Manuel Trabado.
1 comentario:
Muchas gracias, Jesús.
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