Atravesar las hogueras de San Juan (sin quemarse) trae buena fortuna.
Olvidando que lo disfrute o no, la noche de San Juan siempre llega. Algunas veces hay un anticipo, un crepitar azul y persistente en las paredes. Otras, empieza sin introitos, las hogueras rumorean por toda la ciudad, astillan de dorado las arenas. Obsérvese, escudríñese, tome carrera y láncese tan rápido como pueda mientras va despojándose sin más de sus vestidos, tratando de no despertar a las fuerzas del orden. Usted cruzará la hoguera, golpeará alguna puerta y lo recibirán con los brazos abiertos, lo agasajarán, lo colmarán de besos y después de un tiempo algún niño advertirá que usted está totalmente desnudo.
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