Salió al balcón, se sentó en el borde y encendió un cigarrillo. Se quedó contemplando el lugar, viendo a la gente ir y venir. El cielo estaba turbio, no se veían más que nubes grisáceas… No tuvo tiempo de gemir. Una bocanada de humo le salió por la boca, y luego, una nube grisácea se le vino encima, metiéndosele en cada orificio. Después vino la lluvia, que gradualmente fue licuando los cuerpos inmóviles. Poco a poco el agua se fue tomando el lugar, hasta fundirse con el cielo.
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1 comentario:
Un fin del mundo acuático, qué original!!
Saludos
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