El Gran Faustroll se inclina una y otra y otra vez mientras el público aplaude. Con la sonrisa postiza nadie advierte que está llorando: los focos le hacen transpirar y se confunden las lágrimas con el reguero brillante que deja el sudor en su cara. Durante la hora justa que dura su espectáculo, ha creado mundos redondos, mundos cuadrados, mundos largos y estrechos como salchichas. Hasta ha introducido a una niña en una pompa gigante que apenas ha durado un respiro infantil, y sin embargo la pequeña ha creído ver personas diminutas corriendo de acá para allá…
Cuando todos se marchan, Faustroll recoge sus artilugios y al limpiar con la fregona los restos de agua que dejó la actuación en el suelo, pide disculpas a todos esos seres de cuya prematura extinción es culpable. Sabe que en algunos mundos apenas ha dado tiempo a que se desarrolle vida inteligente, pero en otros han surgido civilizaciones y quién sabe que extraños animales.
A menudo tiene pesadillas y otras veces, las menos, visita paisajes de ensueño que luego se desvanecen. Cada noche mira al público fijamente; siempre temeroso de que en cualquier momento desaparezca.
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3 comentarios:
Si nos parásemos a pensar cuánta vida nos llevamos por delante, ni pisaríamos el suelo.
Bueno no, lo siguiente.
Abrazos grandes.
Como dice Lola, bueno no, lo siguiente. Una pequeña maravilla.
Besitos
Madre mía Rosana, esta pieza merece una ovación mientras te inclinas muchas veces ante el público.
Supongo que a esto te refieres cuando dices en tu blog que te gusta explorar otros mundos. Magnífico, con mayúsculas.
Muchos besos
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