Érase una vez un ruiseñor que un día mientras volaba vio un árbol en el que había un pequeño fruto. El ruiseñor, muy complacido, dijo, "voy a posarme aquí hasta que esta fruta esté madura, y luego me la comeré." Así que abandonó su nido y a su esposa y se posó allí durante doce años sin comer nada y todos los días decía: "Mañana me comeré esta fruta." Durante estos doce años un gran número de aves trató de posarse en el árbol y construir en él su nido, pero todas las veces el ruiseñor los echó, diciendo: "Esta fruta no es buena. No vengas aquí.”
Un día un cuco le dijo: "¿Por qué nos echas? ¿Por qué no podemos venir y posarnos aquí como tú? Estos árboles no son tuyos."
"Es igual", dijo el ruiseñor "Yo me voy a quedar aquí posado y cuando el fruto esté maduro, me lo voy a comer."
Ahora bien, el cuco sabía que se trataba del árbol del algodón, pero el ruiseñor no. Primero nace el brote, que el ruiseñor confundió con una fruta, después la flor, que se convierte en una vaina grande y luego la vaina se abre y todo el algodón se va volando. El ruiseñor se alegró cuando vio a la hermosa flor de color rojo, que aún creía que era una fruta, y dijo: "Cuando esté madura será una fruta deliciosa." La flor se convirtió en una vaina, y la vaina se abrió. "¿Qué es todo esto que está volando?", dijo el ruiseñor. "La fruta debe haber madurado ya". Así que miró en la vaina, pero estaba vacía, todo el algodón había volado.
Entonces llegó el cuco, y habló así al enojado ruiseñor, "Ya ves, si nos hubieras permitido venir y posarnos en el árbol, habrías tenido algo bueno para comer; pero como has sido egoísta y no querías compartir con nadie, Dios se ha enojado y te ha castigado, dándote una fruta hueca."
Entonces el cuco llamó a todos los otros pájaros, que vinieron y se burlaron del ruiseñor. "¡Ah! se ve que Dios te ha castigado por tu egoísmo", dijeron. El ruiseñor se enojó mucho y todas las aves se fueron. Después de que se habían ido, el ruiseñor dijo al árbol: "Eres un árbol malo. No eres de utilidad para nadie. No das comida a nadie."
El árbol contestó: "Te equivocas. Dios me hizo así. Mi flor se da a las ovejas para comer. Con mi algodón se hacen las almohadas y colchones para el hombre. "
Y desde ese día, el ruiseñor no se acerca al árbol de algodón.
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Éste relato, procedente de la
tradición oral, fue recogido en Calcuta por Maive Stokes hacia 1879. Fue
publicado por primera vez, junto a otra treintena de relatos
recopilados y traducidos al inglés por la misma autora, en 1880 bajo el
título "Indian fairy tales".
Traducción: Mayte Sánchez Sempere
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