jueves, 21 de junio de 2012

Diálogo, por David García

—¿Y cada cuánto dice que acude?
—Un par de veces por semana; martes y jueves.
—¿Y está contento?
—Sí, estoy contento, es muy liberador.
—¿Pero le funciona realmente?
—No lo sé. Lo único que sé es que al salir de allí siento que dejo una carga, un lastre, y me siento más liviano.
—¿Y de precio?
—Pues más o menos como un burdel.
—Tengo un conocido que también acude a una de ésas, pero tengo entendido que el proceso es algo lento ¿no es cierto?
—Ya le digo, toda una vida.
—¿Usted lo recomendaría?
—No lo dude, es muy reconfortante. Se tumba uno ahí, obedece, y deja que todo pase.
—¿Y no le duele?
—¿Doler? Bueno, pero sólo un poco.
—Ya, pero aún con todo...
—Claro, que si es usted escrupuloso...
—No me malinterprete, pero, ¿no se siente desnudo una vez que empieza todo el número?
—Bueno, es una manera de verlo; pero sin esa desnudez visceral, no tendría ningún sentido hacerlo. ¿No se animaría a probarlo?
—No sé, quizás en el futuro.
—Ya sabe, no deje para mañana...
—Sí, comprendo. ¿Sabe? La verdad es que me tienta, no puedo negarlo. Si no le importa, déjeme el número de esa Dominatrix a la que acude.
—Por supuesto, tome nota.
—Muchas gracias; por cierto, nuestro tiempo ha terminado. Que le vaya bien, nos vemos el próximo miércoles.
—Gracias, Doctor, hasta el miércoles.

David García

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