Un día el maestro Nasrudin tenía 10 monedas para comprar comida. En primer lugar fue a la panadería, dejó 5 sobre el mostrador y pidió un pan. Cuando el panadero le dio el pan, le pidió el dinero.
- Ya he pagado – dijo el maestro.
- No, no me has pagado – insistió el panadero -. Yo no he visto ningún dinero.
Tras unos minutos de discusión sin poder convencer al aprovechado panadero el maestro tuvo que ceder. Sacó las otras 5 monedas y se las dio.
Ya sin dinero, el maestro entró en la tienda de alimentación. Pidió un tarro de yogur. Cuando el tendero quiso cobrar, el maestro le dijo que ya le había dado 5 monedas. El bondadoso tendero había estado un poco distraído esa mañana así que creyó fácilmente que ya había cobrado y lo había olvidado.
El maestro cogió las provisiones y se sentó bajo un árbol. Antes de empezar a comer, levantó la cabeza hacia el cielo y dijo “Sublime Alá. Tú sabes que lo que ha ocurrido realmente. Quítale las 5 monedas al uno y dáselas al otro”.
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