miércoles, 26 de noviembre de 2008

PARTICIPA


Cuentistas, Prosistas, Relatistas, Microrrelatistas y demás especies afines: La Vida Rima también para la prosa en la revista "Al otro lado del espejo" en la que tienen cabida vuestros trabajos.

El número cero comenzará su andadura a primeros de año. Para que ello ocurra, necesitamos que nos hagáis llegar vuestros cuentos o microrelatos antes del día 10 de Enero de 2.009. Así nos dará tiempo a seleccionar algunos y, con ayuda de fabulosos ilustradores y un gran maquetador, dar vida propia a este proyecto.

Deberéis enviar los originales a nuestro correo revista.alotroladodelespejo@gmail.com Los cuentos y microrelatos, que serán originales (de eso se responsabiliza cada uno), tendrán una extensión máxima de dos DIN A-4 por una sola cara (cuento) y 200 palabras (microrrelato), escritos a 1,5 espacios en letra Times New Roman de 12 ptos.

Cada autor podrá enviar cuantos cuentos o microrrelatos crea conveniente, aunque su envío no compromete a esta Redacción a su publicación. No obstante entrarán a formar parte de nuestro archivo de originales para próximas ediciones, previo consentimiento vuestro .


Nos vemos pues "Al otro lado del espejo".

martes, 25 de noviembre de 2008

GENTE DE CIRCO


Mi madre decía que la gente de circo vivía de otra manera, a otra velocidad. Tenía razón: nada más llegar al circo quedé embarazada del hombre bala.


Oscar Sipán

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Julio Cortázar: Aspectos del cuento

Puesto que voy a ocuparme de algunos aspectos del cuento como género literario, y es posible que algunas de mis ideas sorprendan o choquen a quienes las lean, me parece de una elemental honradez definir el tipo de narración que me interesa, señalando mi especial manera de entender el mundo.
Casi todos los cuentos que he escrito pertenecen al género llamado fantástico por falta de mejor nombre, y se oponen a ese falso realismo que consiste en creer que todas las cosas pueden describirse y explicarse como lo daba por sentado el optimismo filosófico y científico del siglo XVIII, es decir, dentro de un mundo regido más o menos armoniosamente por un sistema de leyes, de principios, de relaciones de causa y efecto, de psicologías definidas, de geografía bien cartografiadas. En mi caso, la sospecha de otro orden más secreto y menos comunicable, y el fecundo descubrimiento de Alfred Jarry, para quien el verdadero estudio de la realidad no residía en las leyes sino en las excepciones a esas leyes, han sido algunos de los principios orientadores de mi búsqueda personal de una literatura al margen de todo realismo demasiado ingenuo. Por eso, si en las ideas que siguen encuentran ustedes una predilección por todo lo que en el cuento es excepcional, trátese de los temas o incluso de las formas expresivas, creo que esta presentación de mi propia manera de entender el mundo explicará mi toma de posesión y mi enfoque del problema. En último extremo podrá decirse que solo he hablado del cuento tal y como yo lo practico. Y sin embargo, no creo que sea así. Tengo la certidumbre de que existen ciertas constantes, ciertos valores que se aplican a todos los cuentos, fantásticos o realistas, dramáticos o humorísticos. Y pienso que tal vez sea posible mostrar aquí esos elementos invariables que dan a un buen cuento su atmósfera peculiar y su calidad de obra de arte.
La oportunidad de cambiar ideas acerca del cuento me interesa por diversas razones. Vivo en un país -Francia- donde este género tiene poca vigencia, aunque en los últimos años se nota entre escritores y lectores un interés creciente por esa forma de expresión. De todos modos, mientras los críticos siguen acumulando teorías y manteniendo enconadas polémicas acerca de la novela, casi nadie se interesa por la problemática del cuento. Vivir como cuentista en un país donde esta forma expresiva es un producto casi exótico, obliga forzosamente a buscar en otras literaturas el alimento que allí falta. Poco a poco, en sus textos originales o mediante traducciones, uno va acumulando casi rencorosamente una enorme cantidad de cuentos del pasado y del presente, y llega el día en que puede hacer un balance, intentar una aproximación valorativa a ese género de tan difícil definición, tan huidizo en sus múltiples y antagónicos aspectos, y en última instancia tan secreto y replegado en sí mismo, caracol del lenguaje, hermano misterioso de la poesía en otra dimensión del tiempo literario.
Pero además de ese alto en el camino que todo escritor debe hacer en algún momento de su labor, hablar del cuento tiene un interés especial para nosotros, puesto que casi todos los países americanos de lengua española le están dando al cuento una importancia excepcional, que jamás había tenido en otros países latinos como Francia o España. Entre nosotros, como es natural en las literaturas jóvenes, la creación espontánea precede casi siempre al examen crítico, y está bien que así sea. Nadie puede pretender que los cuentos sólo deban escribirse luego de conocer sus leyes. En primer lugar, no hay tales leyes; a lo sumo cabe hablar de puntos de vista, de ciertas constantes que dan una estructura a ese género tan poco incasillable; en segundo lugar los teóricos y los críticos no tienen por qué ser los cuentistas mismos, y es natural que aquellos sólo entren en escena cuando exista ya un acervo, un acopio de literatura que permita indagar y esclarecer su desarrollo y sus cualidades.
En América, tanto en Cuba como en México o Chile o Argentina, una gran cantidad de cuentistas trabaja desde comienzos de siglo, sin conocerse entre sí, descubriéndose a veces de manera casi póstuma. Frente a ese panorama sin coherencia suficiente, en el que pocos conocen a fondo la labor de los demás, creo que es útil hablar del cuento por encima de las particularidades nacionales e internacionales, porque es un género que entre nosotros tiene una importancia y una vitalidad que crecen de día en día. Alguna vez se harán las antologías definitivas -como las hacen los países anglosajones, por ejemplo- y se sabrá hasta dónde hemos sido capaces de llegar. Por el momento no me parece inútil hablar del cuento en abstracto, como género literario. Si nos hacemos una idea convincente de esa forma de expresión literaria, ella podrá contribuir a establecer una escala de valores para esa antología ideal que está por hacerse. Hay demasiada confusión, demasiados malentendidos en este terreno. Mientras los cuentistas siguen adelante su tarea, ya es tiempo de hablar de esa tarea en sí misma, al margen de las personas y de las nacionalidades. Es preciso llegar a tener una idea viva de lo que es el cuento, y eso es siempre difícil en la medida en que las ideas tienden a lo abstracto, a desvitalizar su contenido, mientras que a su vez la vida rechaza angustiada ese lazo que quiere echarle la conceptualización para fijarla y categorizarla. Pero si no tenemos una idea viva de lo que es el cuento habremos perdido el tiempo, porque un cuento, en última instancia, se mueve en ese plano del hombre donde la vida y la expresión escrita de esa vida libran una batalla fraternal, si se me permite el término; y el resultado de esa batalla es el cuento mismo, una síntesis viviente a la vez que una vida sintetizada, algo así como un temblor de agua dentro de un cristal, una fugacidad en una permanencia. Sólo con imágenes se puede trasmitir esa alquimia secreta que explica la profunda resonancia que un gran cuento tiene entre nosotros, y que explica también por qué hay muchos cuentos verdaderamente grandes.
Para entender el carácter peculiar del cuento se le suele comparara con la novela, género mucho más popular y sobre el cual abundan las preceptivas. Se señala, por ejemplo, que la novela se desarrolla en el papel, y por lo tanto en el tiempo de la lectura, sin otro límite que el agotamiento de la materia novelada; por su parte, el cuento parte de la noción de límite, y en primer término de límite físico, al punto que en Francia, cuando un cuento excede las veinte páginas, toma ya el nombre de nouvelle, género a caballo entre el cuento y la novela propiamente dicha. En ese sentido, la novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un "orden abierto", novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación. No sé si ustedes han oído hablar de su arte a un fotógrafo profesional; a mí siempre me ha sorprendido el que se exprese tal como podría hacerlo un cuentista en muchos aspectos. Fotógrafos de la calidad de un Cartier-Bresson o de un Brasai definen su arte como una aparente paradoja: la de recortar un fragmento de la realidad, fijándole determinados límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia, como una visión dinámica que trasciende espiritualmente el campo abarcado por la cámara. Mientras en el cine, como en la novela, la captación de esa realidad más amplia y multiforme se logra mediante el desarrollo de elementos parciales, acumulativos, que no excluyen, por supuesto, una síntesis que dé el "clímax" de la obra, en una fotografía o en un cuento de gran calidad se procede inversamente, es decir que el fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una imagen o un acaecimiento que sean significativos, que no solamente valgan por sí mismos, sino que sean capaces de actuar en el espectador o en el lector como una especie de apertura, de fermento que proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucha más allá de la anécdota visual o literaria contenidas en la foto o en el cuento. Un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en ese combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out. Es cierto, en la medida en que la novela acumula progresivamente sus efectos en el lector, mientras que un buen cuento es incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases. No se entienda esto demasiado literalmente, porque el buen cuentista es un boxeador muy astuto, y muchos de sus golpes iniciales pueden parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando ya las resistencias más sólidas del adversario. Tomen ustedes cualquier gran cuento que prefieran, y analicen su primera página. Me sorprendería que encontraran elementos gratuitos, meramente decorativos. El cuentista sabe que no puede proceder acumulativamente, que no tiene por aliado al tiempo; su único recurso es trabajar en profundidad, verticalmente, sea hacia arriba o hacia abajo del espacio literario. Y esto, que así expresado parece una metáfora, expresa sin embargo lo esencial del método. El tiempo del cuento y el espacio del cuento tienen que estar como condenados, sometidos a una alta presión espiritual y formal para provocar esa "apertura" a que me refería antes. Basta preguntarse por qué un determinado cuento es malo. No es malo por el tema, porque en literatura no hay temas buenos ni temas malos, solamente hay un buen o un mal tratamiento del tema. Tampoco es malo porque los personajes carecen de interés, ya que hasta una piedra es interesante cuando de ella se ocupan un Henry James o un Franz Kafka. Un cuento es malo cuando se lo escribe sin esa tensión que debe manifestarse desde las primeras palabras o las primeras escenas. Y así podemos adelantar ya que las nociones de significación, de intensidad y de tensión han de permitirnos, como se verá, acercarnos mejor a la estructura misma del cuento.
Decíamos que el cuentista trabaja con un material que calificamos de significativo. El elemento significativo del cuento parecería residir principalmente en su tema, en el hecho de escoger un acaecimiento real o fingido que posea esa misteriosa propiedad de irradiar algo más allá de sí mismo, al punto que un vulgar episodio doméstico, como ocurre en tantos admirables relatos de una Katherine Mansfield o un Sherwood Anderson, se convierta en el resumen implacable de una cierta condición humana, o en el símbolo quemante de un orden social o histórico. Un cuento es significativo cuando quiebra sus propios límites con esa explosión de energía espiritual que ilumina bruscamente algo que va mucho más allá de la pequeña y a veces miserable anécdota que cuenta. Pienso, por ejemplo, en el tema de la mayoría de los admirables relatos de Antón Chejov. ¿Qué hay allí que no sea tristemente cotidiano, mediocre, muchas veces conformista o inútilmente rebelde? Lo que se cuenta en esos relatos es casi lo que de niños, en las aburridas tertulias que debíamos compartir con los mayores, escuchábamos contar a los abuelos o a las tías; la pequeña, insignificante crónica familiar de ambiciones frustradas, de modestos dramas locales, de angustias a la medida de una sala, de un piano, de un té con dulces. Y, sin embargo, los cuentos de Katherine Mansfield, de Chéjov, son significativos, algo estalla en ellos mientras los leemos y nos proponen una especie de ruptura de lo cotidiano que va mucho más allá de la anécdota reseñada.
Ustedes se han dado ya cuenta de que esa significación misteriosa no reside solamente en el tema del cuento, porque en verdad la mayoría de los malos cuentos que todos hemos leído contienen episodios similares a los que tratan los autores nombrados. La idea de significación no puede tener sentido si no la relacionamos con las de intensidad y de tensión, que ya no se refieren solamente al tema sino al tratamiento literario de ese tema, a la técnica empleada para desarrollar el tema. Y es aquí donde, bruscamente, se produce el deslinde entre el buen y el mal cuentista. Por eso habremos de detenernos con todo el cuidado posible en esta encrucijada, para tratar de entender un poco más esa extraña forma de vida que es un cuento logrado, y ver por qué está vivo mientras otros, que aparentemente se le parecen, no son más que tinta sobre papel, alimento para el olvido.
Miremos la cosa desde el ángulo del cuentista y en este caso, obligadamente, desde mi propia versión del asunto. Un cuentista es un hombre que de pronto, rodeado de la inmensa algarabía del mundo, comprometido en mayor o en menor grado con la realidad histórica que lo contiene, escoge un determinado tema y hace con él un cuento. Este escoger un tema no tan es sencillo. A veces el cuentista escoge, y otras veces siente como si el tema se le impusiera irresistiblemente, lo empujara a escribirlo. En mi caso, la gran mayoría de mis cuentos fueron escritos -cómo decirlo- al margen de mi voluntad, por encima o por debajo de mi consciencia razonante, como si yo no fuera más que un médium por el cual pasaba y se manifestaba una fuerza ajena. Pero eso, que puede depender del temperamento de cada uno, no altera el hecho esencial, y es que en un momento dado hay tema, ya sea inventado o escogido voluntariamente, o extrañamente impuesto desde un plano donde nada es definible. Hay tema, repito, y ese tema va a volverse cuento. Antes que ello ocurra, ¿qué podemos decir del tema en sí? ¿Por qué ese tema y no otro? ¿Qué razones mueven consciente o inconscientemente al cuentista a escoger un determinado tema?
A mí me parece que el tema del que saldrá un buen cuento es siempre excepcional, pero no quiero decir con esto que un tema deba de ser extraordinario, fuera de lo común, misterioso o insólito. Muy al contrario, puede tratarse de una anécdota perfectamente trivial y cotidiana. Lo excepcional reside en una cualidad parecida a la del imán; un buen tema atrae todo un sistema de relaciones conexas, coagula en el autor, y más tarde en el lector, una inmensa cantidad de nociones, entrevisiones, sentimientos y hasta ideas que flotan virtualmente en su memoria o su sensibilidad; un buen tema es como un sol, un astro en torno al cual gira un sistema planetario del que muchas veces no se tenía consciencia hasta que el cuentista, astrónomo de palabras, nos revela su existencia. O bien, para ser más modestos y más actuales a la vez, un buen tema tiene algo de sistema atómico, de núcleo en torno al cual giran los electrones; y todo eso, al fin y al cabo, ¿no es ya como una proposición de vida, una dinámica que nos insta a salir de nosotros mismos y a entrar en un sistema de relaciones más complejo y hermosos? Muchas veces me he preguntado cuál es la virtud de ciertos cuentos inolvidables. En el momento los leímos junto con muchos otros, que incluso podían ser de los mismos autores. Y he aquí que los años han pasado, y hemos vivido y olvidado tanto. Pero esos pequeños, insignificantes cuentos, esos granos de arena en el inmenso mar de la literatura, siguen ahí, latiendo en nosotros. ¿No es verdad que cada uno tiene su colección de cuentos? Yo tengo la mía, y podría dar algunos nombres. Tengo William Wilson de Edgar A. Poe; tengo Bola de sebo de Guy de Maupassant. Los pequeños planetas giran y giran: ahí está Un recuerdo de Navidad de Truman Capote; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius de Jorge Luis Borges; Un sueño realizado de Juan Carlos Onetti; La muerte de Iván Ilich, de Tolstoi; Cincuenta de los grandes, de Hemingway; Los soñadores, de Izak Dinesen, y así podría seguir y seguir... Ya habrán advertido ustedes que no todos esos cuentos son obligatoriamente de antología. ¿Por qué perduran en la memoria? Piensen en los cuentos que no han podido olvidar y verán que todos ellos tienen la misma característica: son aglutinantes de una realidad infinitamente más vasta que la de su mera anécdota, y por eso han influido en nosotros con una fuerza que no haría sospechar la modestia de su contenido aparente, la brevedad de su texto. Y ese hombre que en un determinado momento elige un tema y hace con él un cuento será un gran cuentista si su elección contiene -a veces sin que él lo sepa conscientemente- esa fabulosa apertura de lo pequeño hacia lo grande, de lo individual y circunscrito a la esencia misma de la condición humana. Todo cuento perdurable es como la semilla donde está durmiendo el árbol gigantesco. Ese árbol crecerá en nosotros, dará su sombra en nuestra memoria.
Sin embargo, hay que aclarar mejor esta noción de temas significativos. Un mismo tema puede ser profundamente significativo para un escritor, y anodino para otro; un mismo tema despertará enormes resonancias en un lector, y dejará indiferente a otro. En suma, puede decirse que no hay temas absolutamente significativos o absolutamente insignificantes. Lo que hay es una alianza misteriosa y compleja entre cierto escritor y cierto tema en un momento dado, así como la misma alianza podrá darse luego entre ciertos cuentos y ciertos lectores. Por eso, cuando decimos que un tema es significativo, como en el caso de los cuentos de Chejov, esa significación se ve determinada en cierta medida por algo que está fuera del tema en sí, por algo que está antes y después del tema. Lo que está antes es el escritor, con su carga de valores humanos y literarios, con su voluntad de hacer una obra que tenga un sentido; lo que está después es el tratamiento literario del tema, la forma en que el cuentista, frente a su tema, lo ataca y sitúa verbal y estilísticamente, lo estructura en forma de cuento, y lo proyecta en último término hacia algo que excede el cuento mismo. Aquí me parece oportuno mencionar un hecho que me ocurre con frecuencia, y que otros cuentistas amigos conocen tan bien como yo. Es habitual que en el curso de una conversación, alguien cuente un episodio divertido o conmovedor o extraño, y que dirigiéndose luego al cuentista presente le diga: "Ahí tienes un tema formidable para un cuento; te lo regalo." A mí me han reglado en esa forma montones de temas, y siempre he contestado amablemente: "Muchas gracias", y jamás he escrito un cuento con ninguno de ellos. Sin embargo, cierta vez una amiga me contó distraídamente las aventuras de una criada suya en París. Mientras escuchaba su relato, sentí que eso podía llegar a ser un cuento. Para ella esos episodios no eran más que anécdotas curiosas; para mí, bruscamente, se cargaban de un sentido que iba mucho más allá de su simple y hasta vulgar contenido. Por eso, toda vez que me he preguntado: ¿Cómo distinguir entre un tema insignificante, por más divertido o emocionante que pueda ser, y otro significativo?, he respondido que el escritor es el primero en sufrir ese efecto indefinible pero avasallador de ciertos temas, y que precisamente por eso es un escritor. Así como para Marcel Proust el sabor de una magdalena mojada en el té abría bruscamente un inmenso abanico de recuerdos aparentemente olvidados, de manera análoga el escritor reacciona ante ciertos temas en la misma forma en que su cuento, más tarde, hará reaccionar al lector. Todo cuento está así predeterminado por el aura, por la fascinación irresistible que el tema crea en su creador.
Llegamos así al fin de esta primera etapa del nacimiento de un cuento, y tocamos el umbral de su creación propiamente dicha. He aquí al cuentista, que ha escogido un tema valiéndose de esas sutiles antenas que le permiten reconocer los elementos que luego habrán de convertirse en obra de arte. El cuentista está frente a su tema, frente a ese embrión que ya es vida, pero que no ha adquirido todavía su forma definitiva. Para él ese tema tiene sentido, tiene significación. Pero si todo se redujera a eso, de poco serviría; ahora, como último término del proceso, como juez implacable, está esperando al lector, el eslabón final del proceso creador, el cumplimiento o fracaso del ciclo. Y es entonces que el cuento tiene que nacer puente, tiene que nacer pasaje, tiene que dar el salto que proyecte la significación inicial, descubierta por el autor, a ese extremo más pasivo y menos vigilante y muchas veces hasta indiferente que se llama lector. Los cuentistas inexpertos suelen caer en la ilusión de imaginar que les basta escribir lisa y llanamente un tema que los ha conmovido, para conmover a su turno a los lectores. Incurren en la ingenuidad de aquel que encuentra bellísimo a su hijo, y da por supuesto que todos los demás lo ven igualmente bello. Con el tiempo, con los fracasos, el cuentista capaz de superar esa primera etapa ingenua, aprende que en la literatura no bastan las buenas intenciones. Descubre que para volver a crear en el lector esa conmoción que lo llevó a él a escribir el cuento, es necesario un oficio de escritor, y que ese oficio consiste, entre muchas otras cosas, en lograr ese clima propio de todo gran cuento, que obliga a seguir leyendo, que atrapa la atención, que aísla al lector de todo lo que lo rodea para después, terminado el cuento, volver a conectarlo con sus circunstancias de una manera nueva, enriquecida, más honda o más hermosa. Y la única forma en que puede conseguirse este secuestro momentáneo del lector es mediante un estilo basado en la intensidad y en la tensión, un estilo en el que los elementos formales y expresivos se ajusten, sin la menor concesión, a la índole del tema, le den su forma visual y auditiva más penetrante y original, lo vuelvan único, inolvidable, lo fijen para siempre en su tiempo y en su ambiente y en su sentido más primordial. Lo que llamo intensidad en un cuento consiste en la eliminación de todas las ideas o situaciones intermedias, de todos los rellenos o fases de transición que la novela permite e incluso exige. Ninguno de ustedes habrá olvidado El barril de amontillado, de Edgar A. Poe. Lo extraordinario de este cuento es la brusca prescindencia de toda descripción de ambiente. A la tercera o cuarta frase estamos en el corazón del drama, asistiendo al cumplimiento implacable de una venganza. Los asesinos, de Hemingway, es otro ejemplo de intensidad obtenida mediante la eliminación de todo lo que no converja esencialmente al drama. Pero pensemos ahora en los cuentos de Joseph Conrad, de D. H. Lawrence, de Kafka. En ellos, con modalidades típicas de cada uno, la intensidad es de otro orden, y yo prefiero darle el nombre de tensión. Es una intensidad que se ejerce en la manera con que el autor nos va acercando lentamente a lo contado. Todavía estamos muy lejos de saber lo que va a ocurrir en el cuento, y sin embargo no podemos sustraernos a su atmósfera. En el caso de El barril de amontillado y de Los asesinos, los hechos despojados de toda preparación saltan sobre nosotros y nos atrapan; en cambio, en un relato demorado y caudaloso de Henry James -La lección del maestro, por ejemplo- se siente de inmediato que los hechos en sí carecen de importancia, que todo está en las fuerzas que los desencadenaron, en la malla sutil que los precedió y los acompaña. Pero tanto la intensidad de la acción como la tensión interna del relato son el producto de lo que antes llamé el oficio de escritor, y es aquí donde nos vamos acercando al final de este paseo por el cuento.
En mi país, y ahora en Cuba, he podido leer cuentos de los autores más variados: maduros o jóvenes, de la ciudad o del campo, entregados a la literatura por razones estéticas o por imperativos sociales del momento, comprometidos o no comprometidos. Pues bien, y aunque suene a perogrullada, tanto en la Argentina como aquí los buenos cuentos los están escribiendo quienes dominen el oficio en el sentido ya indicado. Un ejemplo argentino aclarará mejor esto. En nuestras provincias centrales y norteñas existe una larga tradición de cuentos orales, que los gauchos se transmiten de noche en torno al fogón, que los padres siguen contando a sus hijos, y que de golpe pasan por la pluma de un escritor regionalista y, en una abrumadora mayoría de casos, se convierten en pésimos cuentos. ¿Qué ha sucedido? Los relatos en sí son sabrosos, traducen y resumen la experiencia, el sentido del humor y el fatalismo del hombre de campo; algunos incluso se elevan a la dimensión trágica o poética. Cuando uno los escucha de boca de un viejo criollo, entre mate y mate, siente como una anulación del tiempo, y piensa que también los aedos griegos contaban así las hazañas de Aquiles para maravilla de pastores y viajeros. Pero en ese momento, cuando debería surgir un Homero que hiciese una Iliada o una Odisea de esa suma de tradiciones orales, en mi país surge un señor para quien la cultura de las ciudades es un signo de decadencia, para quien los cuentistas que todos amamos son estetas que escribieron para el mero deleite de clases sociales liquidadas, y ese señor entiende en cambio que para escribir un cuento lo único que hace falta es poner por escrito un relato tradicional, conservando todo lo posible el tono hablado, los giros campesinos, las incorrecciones gramaticales, eso que llaman el color local. No sé si esa manera de escribir cuentos populares se cultiva en Cuba; ojalá que no...

Un buho que quería ser otra cosa

En un pueblo pequeño dos personitas se hacían amigos y con el desvelo, pasaban los años y una de ellas tenía que partir, a un mejor lugar, a un porque sí que apareciera escrito en alguna parte.

-¿Te vas?
-Me tengo que ir, me marchitaré si mis pies osan quedarse, si mi corazón dice que quiere ir.
-¿Te acordarás…?
-Me acordaré de ti, de las cosas que dejo, de lo feliz que…
-Lo entiendo.
-Puede que me equivoque, puede que no haya ese lugar que anhelo pero si lo hago, volveré.
-¿Crees que este será tu lugar seguro?
-Este también cambiará.
-Te echaré de menos.
-Aunque me quede no haré que las cosas permanezcan, si me marcho puede que…
-Mantengan la esencia, eres un soñador.
-Ojalá siempre lo sea.
-Vete, vete ya, te entiendo y te quiero pero no sé cuanto tiempo más me va a durar ese sentimiento, cuando este sola y no estés, cuando me cansé también de estos paisajes y quiera seguirte y no pueda, eres un pájaro, yo soy árbol, comprendo que existo para que personas como tú vengan a posarse en mis ramas y contarme que pasa lejos de mí, contarme que las hace llorar, contarme que las hace seguir.
-Daré mil vueltas para acuciar la necesidad de voltear las alas y cansarme y retroceder y darle brotes a tu preciosa sonrisa.
-Vete y pídele a la luna por mí todas las noches, Búho vete ya
-Adiós Haya, cuídate.

Y con un canto lloroso él se fue mientras ella extendía sus manos, sus ramas en un desaire plagado de nostalgia. En camino, con las alas abarrotadas de recuerdos; de cuando se miraban y el mundo era una conjura loca donde dos existencias se hacían el amor todas las noches; de cuando la quería lo suficiente para encadenarse a su corteza y olvidar su propia naturaleza. Fue al poco de nacer cuando él caminaba por un sendero inhóspito y la oyó cantar en un silencio que presagiaba la entrada de la primavera, después la observó florecer por primera vez, y cuando el fruto retornaba a la tierra él se alimentaba mientras ella le cobijaba en su remanso de hojas rojas. Haya le hablaba del oso que a veces pasaba antes del invierno, pronunciando lentamente, el tiempo transcurre de una forma distinta para la que no se puede mover y todo ser que rondase sus raíces era un cuento saliendo de su voz. Pero a Búho el deseo, necesidad de alcanzar otro lugar le había ido menguando poco a poco el pequeño cuerpo, descansaba medio muerto sobre la bella Haya, daba igual que ella le impregnara de su fragancia, que sus alas con él perdían fuerza. Se había marchado y cada vez que descansaba sobre una haya roja hacía eco de su historia, le contaba su amor, lo guapa que se habría puesto con los brotes nuevos de la primavera y la sabiduría de su tronco robusto alimentándose de la tierra. Y con esas se echaba otra vez en camino, estando poquito a poco más lejos.
A miles de kilómetros de su hogar observó a una hembra de su especie tendida en el suelo y se acercó:

-¿Qué te ocurre compañera? ¿Has comido veneno? No sangras, no te han atacado.
-Eres un búho muy joven, algún día te llegará a ti el momento.

Él la miró profundamente extrañado escuchando la debilidad de la voz.

-¿Qué te pasa? ¿Necesitas comida? ¿Cómo puedo ayudarte?
-¿Cómo te llamas? -preguntó ella.
-Búho, ¿es que no lo sabes?
-Podrías tener otro nombre que hablará más de ti.
-No -negó el decepcionado,
-ando buscándome, he perdido el amor y ahora vuelo porque no sé hacer nada mejor.
-Te deseo mucha suerte.
-¿Qué puedo hacer por ti? -volvió a preguntar él muy preocupado.
-No puedes hacer nada, muero.
-Pero… si no te han atacado y no has comido veneno ¿Por qué mueres?
-Porque soy vieja, ya encontré el camino y ahora llego al fin, no puedes hacer nada, si quieres quédate y cuéntame tu historia, disculpa si no llego a su final, este es el mío y llegados hasta este punto la vida no te da más concesiones.

Búho sintió mucho frío y mucha pena, parecía una hembra muy guapa y sabía que quizá le hubiese enseñado a llegar ahora que no sabía donde ir, sin embargo, le habló de Haya, de sus rojas hojas, de su desnudez en otoño y de su vergüenza, era muy vergonzosa, le habló del brillo de sus ojos verdes y del color de su corteza, de los días de las noches, de cada cambio de estación, iba contarle aquel ufano día en él que tuvo que irse cuando la desconocida cerró los ojos y su cuerpo en sus alas jóvenes se desplomó despidiéndose, nunca había visto la muerte, pero sabía que ese cuerpo sin vida la simbolizaba. Entonces voló con todas sus fuerzas y todo lo que sus alas le permitieron ascender, no se detuvo a dormir por el día ni a cazar durante la noche, había perdido el hambre, el sueño. No había conocido a su madre, una búha vecina le amamantó hasta que él pudo hacerlo por si solo, nadie le había contado los secretos y virtudes de la forma que tiene un corazón al latir ni la tristeza al dejar de hacerlo, ¿y Haya? ¿Qué haría ella si a la muerte le diera por decidir por sus raíces? Búho no sabía llorar, ni mitigar su tristeza, hacía lo que él solo había aprendido hacer, volar. Tenía un hogar y sin saberlo todo su cuerpo contra corriente se dirigía a aquel destino, de eso se trataba, un lugar para cuando todo el resto se caiga. Haya descansaba, fotosintetizando, con cientos de compañías pequeñitas deambulando por sus entrañas y unos cuantos nidos, vivían muchos seres que ni si quiera pedían permiso para ampararse en ella y Búho al llegar se los quería comer a todos, anidaban allí varias aves, pero no se abalanzó como su estomago lo reclamaba, fue poco a poco atacando los hogares de sus semejantes saciando su apetito mientras la miraba y al verla reconoció los tardíos síntomas de la primavera, se había marchado en verano y desde esa época a hoy en sus ramas nacían brotes nuevos, sin embargo, su cuerpo, su tronco, apenas había cambiado, y con respeto y amor comía hasta hartarse, era un experto cazador, ella le hubiese dejado.

-¿Eres tú? ¿Eres tú mi ave bonita la que anda correteando por mi cuerpo? ¿Eres tú? Sabes que cuando duermo profundamente tardo unos segundos en abrir los ojos, ¿eres tú aquel que tanto he echado de menos? Eres tú, te siento te huelo, Búho, habla.

Él aleteaba frente al lugar donde ella le mostraría sus ojos verdes, si alguien le hubiera devuelto el habla quizá hubiese abierto el pico, pero una mezcla de esperanza y melancolía no le dejaba, pasaron los segundos necesarios en silencio hasta que ella pudo verle.

-Búho… ¿Es que acaso no te alegras de verme?
-Haya, he volado sin descanso hasta aquí, me alegro, pero he descubierto cosas con las que no me gustaría vivir.

-Pero ya estás aquí, esas cosas no están aquí.
-Si Haya, las cosas que he descubierto están en todas partes.
-¿Cómo? ¿Qué cosa? Me asustas.
-Quiero bella dama que seas tú quien me lo explique.
-¿Yo? -preguntó, pero quería ayudarle.
-Todo lo que pueda hacer lo haré.
-¿Darías tu vida?
-Y mis raíces.
-Entonces dime, ¿todos morimos?
-Sí cuando nos hacemos viejos.
-¿Pero todos nos hacemos viejos a la vez? ¿Viejos desde que nacimos?
-No, eso depende de muchas cosas.

Él la miro y Haya, que era muy sabia, entendía su pena, que era una pena compartida.

-Dime entonces, ¿si tú y yo por este azar azaroso, siendo viejos los dos, podremos ir juntos a ese lugar llamado muerte?
-Búho… -Ayúdame -rogó él.
-¿Y en que puede ayudarte esa respuesta?
-Tengo que saberlo, yo también debo ser sabio como tú, no seas cabezota.

Y ella movió sus ramas en señal de asentimiento.

-La vida de un árbol es de las más largas del mundo, nadie la supera.
-¿Ni un pájaro enamorado?
-Ni el más guapo de los búhos.
-Haya, estoy muy triste.
-Lo sé, yo intento no pensar en ello, sino mi vida sería muy larga.
-Perdóname bella flor, voy a dormir y cuando despierte, antes que el resto de los pájaros empiecen a cantar, me iré, volveré a morir en tu regazo, tendrás que echarme de menos un poquito, yo lo haré el resto de mi corta larga vida esperando a renacer y ser árbol para acompañarte.
-Yo soñaré con ser nube y verte planear todas las noches, no puede haber muerte peor que esta, que nos hicieron amantes sin apiadarse de nuestros corazones, duerme, que esta será la última noche de un final.

Y la noche cayó sobre dos compañeros que no podrían acompañarse el resto de sus vidas.



Golfa

lunes, 17 de noviembre de 2008

1 año en 1 post

Bases del concurso ‘1 año en 1 post’ (2ª edición)


PRODUCTO OBJETO DE LA PROMOCIÓN:

ATRAPALO, S.L. (en adelante ATRAPALO.COM o la “Compañía”) con domicilio social en Barcelona, C/ Aribau, número 185, 1º y provista de C.I.F. número B-62288568, que se haya inscrita en el Registro mercantil de Barcelona, T. 32724, F. 0043, Secc. Gral, Hoja/Dup. 215070, Inscripción 1ª, organiza una promoción de ámbito nacional, dirigida al público consumidor de los productos y servicios que ofrece la Compañía en su página web www.atrapalo.com.

Esta promoción es gratuita y no implica en sí misma ningún tipo de compra de producto o servicio.

MECÁNICA Y DESCRIPCIÓN DE LA PROMOCIÓN:

1.- Podrán participar en la promoción, de forma totalmente gratuita, todas aquellas personas mayores de 18 años que no sean trabajadores o familiares hasta el segundo grado de ATRAPALO, S.L.

2.- La promoción se comunicará a los participantes a través de ATRAPALO.COM, la Escuela de Escritores, la Coctelera y Bubok.

a) ATRAPALO.COM: El concurso se comunicará a través de la newsletter, un botón en las homes de producto de Atrápalo, el Blog de la compañía y una microsite de Atrápalo, donde se explicará toda la dinámica del concurso, se facilitará el código para incluir el botón de votaciones y se enlazará a las bases legales.

b) Escuela de Escritores: Comunicará el concurso a través de comunicado de prensa a los medios, en su web y en su propia Newsletter.

c) La Coctelera: Comunicará el concurso a través de su web y en su newsletter.

d) Bubok: Comunicará el concurso a través de su web y newsletter.

3.- La mecánica detallada de la promoción se indica a continuación:

a) ATRAPALO.COM iniciará la promoción ”1 año en 1 post” a través de su web y del blog del que es titular la compañía.

b) Podrá participar cualquier persona que disponga de un blog y publique en él un microrrelato de menos de 365 palabras sobre el año 2008, e incluya un botón de votaciones proporcionado por Atrápalo.

c) El post podrá estar escrito en cualquiera de los idiomas oficiales de España.

d) Los participantes deberán introducir al final del post un botón que permita al resto de navegantes votar su post, y donde se indicará el total de votaciones recibidas. Así, cada participante sabrá en todo momento cuántos votos tiene, ya que se irá actualizando en el botón de su post. Se descartarán aquellos que lo coloquen en la barra lateral, pie de página, cabecero o en otros lugares en los que no esté visible conjuntamente con el post.

e) Los participantes deberán relatar por escrito lo más destacable de 2008, según el blogger. No hay restricción en cuanto a la temática y acontecimientos tratados, que dependerán de la subjetividad e intereses del participante.

f) Se penalizará el uso fraudulento del sistema de votaciones y Atrápalo se reserva el derecho de descalificar a aquellos participantes en los que detecte anomalías.

g) Los participantes podrán ver el estado de sus votaciones en la página de ‘Ranking’ del concurso, donde se irán actualizando los datos de manera dinámica.

h) De entre todos los posts, serán finalistas los veinte (20) que hayan obtenido mayor votación cuando se cierre el plazo de votaciones el 6 de enero de 2008 a las 24:00h.

i) De los veinte (20) relatos más votados, el jurado, formado por el claustro de profesores de la Escuela de Escritores, seleccionará al ganador del mejor post atendiendo a criterios de buen uso del lenguaje, originalidad, capacidad de síntesis y habilidad literaria para convertir en ficción hechos reales sucedidos durante el 2008. Asimismo, el jurado seleccionará a cuatro (4) suplentes en caso de que el ganador no acepte el premio. El ganador dispondrá de 5 días para aceptar el premio.

j) De los veinte (20) relatos más votados, el jurado de bloggers, formado por diez (10) bloggers con amplia experiencia en blogs, elegirá al mejor blog, valorando criterios de contenido, diseño, periodicidad de publicación y calidad global de la bitácora. Asimismo, el jurado seleccionará a dos (2) suplentes en caso de que el ganador no acepte el premio. El ganador dispondrá de 5 días para aceptar el premio.

k) A la finalización del concurso se seleccionarán los mejores posts participantes fuera y dentro de concurso (con la correspondiente firma de los autores y ruta a sus blogs) para editar un libro físico y en PDF que se distribuirá de manera gratuita.

ÁMBITO Y DURACIÓN

La promoción se inicia el día 13 de noviembre de 2.008 y finaliza el día 31 de diciembre de 2.008 para participar como concursante y el 6 enero de 2009 para las votaciones.

Podrá participar cualquier persona con blog que publique un post en los idiomas indicados anteriormente en el punto tres (3 ) de la Mecánica del concurso.

Las fechas que regirán el desarrollo de la promoción “1 año en 1 post” son las siguientes:

• Inicio de la promoción: Día 13 de noviembre de 2.008.
• Último día para participar: Día 31 de diciembre de 2008.
• Finalización de las votaciones: Día 6 de enero de 2009.
• Publicación de los veinte (20) finalistas: Día 7 de enero de 2.009.
• Fallo del jurado: Día 10 de enero de 2.009.
• Comunicación del ganador: Día 12 de enero de 2.009.

NÚMERO DE PREMIOS

Se entregarán tres (3) premios de la siguiente manera:

MEJOR POST (Seleccionado entre los finalistas – 20 más votados – por un jurado formado por el claustro de la Escuela de Escritores)

1. Viaje a Nueva York para 2 personas (7 días, 5 noches), que incluye vuelo y hotel en régimen de alojamiento y desayuno en hotel de categoría Turista Superior.
2. Un (1) curso de escritura online de la Escuela de Escritores.

MEJOR BLOG (Seleccionado entre los finalistas – 20 más votados – por un jurado formado por bloggers)

1. Un (1) e-book reader.

PREMIOS

El premio objeto de la presente promoción, en ningún caso podrá ser objeto de cambio, alteración o compensación a petición del ganador.

El premiado como mejor post deberá manifestar la aceptación o rechazo del premio en el momento en que los organizadores de la promoción se pongan en contacto con él por e-mail. En caso de no recibir contestación vía correo electrónico por parte del ganador en un plazo de cinco (5) días a contar desde la fecha en la que se le comunicó al ganador su condición, se acudirá al primer número de reserva para que éste, en un plazo de cinco (5) días a contar desde la comunicación del premio, acepte el mismo. En el caso de que el primer reserva no aceptara el premio o no contestara a la comunicación dentro de los cinco (5) días indicados, se procederá a comunicar al segundo reserva su condición de ganador, y así sucesivamente hasta que se logre entregar el premio.

En caso de que se agotaran los cuatro (4) reservas sin que ninguno de ellos hubiera aceptado el premio dentro del plazo y condiciones establecidas en las presentes Bases Legales, el premio quedará desierto.

El premiado como mejor blog deberá manifestar la aceptación o rechazo del premio en el momento en que los organizadores de la promoción se pongan en contacto con él por e-mail. En caso de no recibir contestación vía correo electrónico por parte del ganador en un plazo de cinco (5) días a contar desde la fecha en la que se le comunicó al ganador su condición, se acudirá al primer número de reserva y así sucesivamente hasta agotar los dos (2) reservas seleccionados para este premio.

PREMIO CONSISTENTE EN UN VIAJE (VUELOS + ALOJAMIENTO)

El disfrute del premio que se detalla en el apartado “PREMIOS” de las presentes Bases Legales, se regirá por las siguientes directrices:

El premiado deberá comunicar a ATRAPALO las fechas designadas para el disfrute de la estancia, que en todo caso estarán sujetas a disponibilidad del vuelo y alojamiento. Para estas estancias se excluyen expresamente los días de puente que pudieran existir entre festivos. Fuera de esta excepción, el ganador podrá disfrutar del premio en cualquier fecha.

La estancia será en régimen de alojamiento y desayuno y no se incluyen dentro del premio los consumos de bebidas que se realicen tanto en el restaurante como en otras instalaciones del hotel, así como otros consumos de servicios que pudieran realizarse, que correrán en todo caso a cargo del premiado.

El premio, al tratarse de un viaje, incluye seguro obligatorio de viaje, tasas e impuestos derivados.

ENTREGA DE LOS PREMIOS

Se comunicará el premio al ganador vía email.

ASPECTOS LEGALES

El mero hecho de participar en esta promoción implica la aceptación de las presentes bases sin reservas.

A efectos de lo dispuesto en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, le informamos que los datos que nos facilite mediante su participación en la presente promoción, serán incorporados a un fichero automatizado de datos de carácter personal creado y bajo la responsabilidad de ATRAPALO, S.L., con domicilio en calle Aribau, número 185, 1º de Barcelona, con el fin de poder gestionar su participación en el concurso, y poder prestarle el servicio solicitado, así como mantenerle informado por medios electrónicos sobre cuestiones relativas a la actividad de la empresa y sus servicios.

Le informamos que puede ejercitar los derechos de acceso, modificación, cancelación y oposición de sus datos mediante email a info@atrapalo.com o petición escrita dirigida a ATRAPALO, S.L., calle Aribau, número 185, C.P.: 08021 de Barcelona, adjuntando fotocopia de su documento nacional de identidad. Para darse de baja del Newsletter de Atrápalo, podrá hacerlo directamente desde cualquier comunicación comercial o accediendo a su cuenta en Atrápalo.

Asimismo, mediante la aceptación de las presentes Bases Legales usted autoriza expresamente a ATRAPALO, S.L., a utilizar su nombre en todas aquellas actividades relacionadas con los Premios (televisión, prensa, Internet, radio) con fines publicitarios y/o divulgativos, sin que tengan derecho a recibir por ello pago o contraprestación alguna.

Las presentes condiciones generales se interpretarán conforme a la Ley española. Para todo lo relativo a la interpretación, cumplimiento y ejecución de las presentes condiciones, ATRAPALO, S.L., y los participantes, con renuncia expresa a cualquier otro fuero o privilegio que pudiera corresponderles, se someten de modo formal a la jurisdicción y competencia de los Juzgados y Tribunales de Barcelona.

PERSPECTIVA, de Luisa Fernández


Inspecciono el terreno. Rocas graníticas a discreción. Jarales a mi derecha, serpenteando. Bajando abruptamente en dirección al río. Ni Dios a la vista. Tan solo un tipo calvo, allá en la distancia, que se quita la gorra y se rasca con aire de marioneta articulada. Zumbidos de moscardones comiéndome la oreja. Otros bichos, que llevan antifaces, sobrevuelan mi sombrero de gangster. Sí, llevo un sombrero a lo Bogart, y debajo, un pañuelo negro de pirata anudado a la nuca. También llevo dos revólveres. Uno en cada brazo, a la altura del deltoides. Y tengo dos alitas de ángel pegadas a mi espalda. Mi novia, que es muy mona y que se empeña en dibujarme por el cuerpo gilipolleces.
Cuarto de hora después, olor a pino y a leña quemándose. Debe provenir de los refugios. Subo un poco más. Los oídos me pitan. Bostezo. La presión se reajusta. Enciendo un Camel y me entretengo mirando como asciende el humo. Como se dispersa por el aire formando extrañas volutas, mientras atravieso un enraizado camino de cabras. Me cruzo con un par de hippies. Digo yo que lo serán. Pelos larguísimo y barbas de trencitas. Cintas de colores y un olor a peta que narcotiza. Saludan. Aquí todo el mundo saluda aunque no te conozca. Es la educación de la sierra. Un código ancestral y primigenio que deberíamos trasladar a la selva de los rascacielos. No imagino a mi vecina del segundo siendo amable. Sí que la imagino en un jacuzzi saboreando un mentolado y masturbando impertérrita al señor Jasimoto, mi jefe, que según dicen la tiene como mi dedo meñique. Ella se las apañaría bien con el índice y el gordo, mientras le colgaba de los labios el Piper mentolado. No sé por qué me acuerdo ahora de ella ni de él. Debe ser el silencio, la paz que se respira o que me aburro como un mono acostumbrado al asfalto y a su griterío.
Así, como el que no quiere la cosa, he llegado a la cumbre. La Bola del mundo, creo que se llama este montículo. A lo lejos vacas. Cencerros habladores. Me asomo al balcón de rocas. Varias lagunas, como cuentas de un collar de esmeraldas, se esparcen en hilera. Hormigas bañándose. Hormigas de colores. Entran, salen, se zambullen. Risas lejanas. Me siento a recrearme en los agujeros del cielo, y es cuando observo un bulto despeñado. Desmadejado entre unas piedras. Parece llevar un casco rojo, y una mochila azul. Cojo los prismáticos. Bueno, no los cojo. Me los dejé en el coche. Intento agudizar la vista. Guiño los ojos. Creo que el pobre diablo tiene las dos piernas rotas por lo amorfas que parecen desde aquí. No se mueve. Pero… Veo un pequeño bulto a su lado. Creo que es una criatura. Un bebé. Siento que mi respiración y el ritmo de mis latidos se aceleran. Busco el móvil. Bueno, no lo busco. Me acuerdo que también lo dejé en el coche. Me crispan los nervios. Miro en derredor. Ni Dios a la vista. Ni tan siquiera el tipo calvo que se rascaba. Ni los puñeteros hippies. Sólo las hormigas de colores. Grito hacia ellas y aspaviento con las manos. Ellas, ni puto caso, como el que oye llover. Después pienso en lo tonto que puedo llegar a ser intentando llamar su atención. Son los nervios. Tomo la decisión de bajar. Me pasan por la cabeza las cosas más terribles mientras preparo el equipo de rapelar. El bebé. Creo que no habrá sobrevivido a la caída. Vuelvo a mirar el despeñadero, y es cuando le oigo. Llora. Está vivo. Ajusto mi arnés. Compruebo la cuerda y el sistema de deslizado. Voy para abajo. Suelto y freno a varios metros. Miro hacia el bulto. El aire arrecia. Algo se ha movido. No. Sólo son sus ropas por la fuerza del viento. Sigo bajando. Freno. Vuelvo a mirar. Ahora, la distancia que me separa de ellos es mínima. El aire sigue arreciando. Mi sombrero a la mierda, pero no importa. Sigo escuchando el llanto del bebé. El casco rojo rueda por el suelo. Se precipita y se despeña. Miro alucinado. No hay ninguna cabeza. Ningunas piernas. Tan sólo una mochila en la que se menean varios plásticos. Miro a la criatura. Gorrito y un chándal. Su llanto desgarrado llega hasta mí entrecortado por el viento. Hago pie. Suelto el mosquetón y corro. El llanto se acrecienta. El bebé está boca abajo. No se mueve, pero sigue llorando desconsoladamente. Creo que se ha roto la columna. Oigo como chillan arriba. Elevo la vista. Varias personas me hablan. Me hacen gestos señalando al bebé. Sus voces me llegan quebradas. ¡Cójalo, por favor!, parecen decirme. Sigo corriendo hasta él. Dudo si tocarlo. El llanto se torna metálico, repetitivo, estúpido… Estúpido como yo, cuando le doy la vuelta.

Texto e ilustración de Luisa Fernández

miércoles, 12 de noviembre de 2008

ESTATUAS ECUESTRES

En las estatuas ecuestres, si el animal tiene las dos patas al aire, la persona murió en combate. Si tiene una de las patas delanteras elevadas, la persona murió de heridas recibidas en combate. Si el caballo tiene las cuatro patas en el suelo, la persona murió por causas naturales. Y si el caballo no tiene patas, deberías visitar un psiquiatra.

Oscar Sipán

lunes, 10 de noviembre de 2008

MIRADAS

Jacinto mira su reloj. Es la hora. Coge una cerveza de la nevera. Se dirige hacia la pequeña ventana del cuarto de estar. Desde allí divisa el parque que queda enfrente. Carla aparece por la esquina opuesta a la ventana y va directamente a los columpios que quedan delante de esta.
Se sienta sobre el neumático convertido en silla y empieza a balancearse. Atrás y adelante, cada vez un poco más fuerte, cogiendo altura. Se suelta de una mano y quita la pinza que sujeta el pelo dejándolo caer sobre la espalda, inclina hacia atrás la cabeza y la melena roza el neumático electrizándolo. Jacinto observa. Toma un sorbo de cerveza que mantiene encerrada en su mano, ni siquiera pestañea. Todo controlado, como siempre, como todos los días desde hace dos meses. Carla se eleva en el aire. Abre las piernas en un movimiento rápido. La falda se levanta por encima de su abdomen y deja ver las bragas blancas, muy blancas, un destello rápido que se clava en la retina de Jacinto. La falda vuelve a su sitio con la gravedad del viento cuando cede al impulso. Y otra vez sube y cae y sube y surgen flases albinos entre sus muslos que relampaguean a la velocidad del neumático. Carla siente calor, tiene las mejillas rojas. Se abre dos botones de su camisa descubriendo un escote largo, terso, inmovilizando unos senos que apuestan por salir del encaje malva. Y el balanceo va perdiendo fuerza, la melena se va pegando a la espalda, la falda se adhiere a los muslos con la sutileza de un ave al plisar sus alas. Da un salto y se posa en el suelo. Su cuerpo retiene el vaivén del columpio, necesita cinco segundos para tomar conciencia de la tierra. Mira hacia la ventana, espera diez segundos, diez más, da un giro, coloca la pinza en el pelo, recoge su bolsa y se va. Jacinto sabe que ella sabe que le mira. Carla sabe que Jacinto le mira y espera. Carla coge el teléfono y lo retiene en su mano. Jacinto coge su teléfono y lo apaga. Va a la nevera a por otra cerveza. Se sienta frente a la ventana.

© María Jesús Silva
(Ada)
http://esferadeletras.blogspot.com/

domingo, 9 de noviembre de 2008

CUATRO MÁS UNO

La casa llena de gente testigo del delito. Como en un sueño, una persona más en cada escena. Y tú repitiéndote no le mires a la cara, ya sabes, si no... como imanes. Y sigues hablando, hay que seguir hablando, hay que componer cualquier cosa para evitar lo inevitable. Tienes tu orgullo, sigues luchando. A tu izquierda está la cama, a tu derecha está el mueble con cajones, a tu espalda, él. Igual de alto que tú, ahora parece sacarte una cabeza: tu cuello se ha hundido en tus hombros.

-Hay que arreglar todo esto, ordenarlo un poco -titubeas. Una intervención verosímil.

-¿Y qué pasa con nosotros? -dice él sin angustia ni urgencia, con toda seguridad de saberse de magnetita.

Seguir hablando de espaldas a él, tu única salvación, seguir dándole el mismo polo repelente. No puedes girarte o la atracción.

-Tú sabes lo que está pasando -insiste, pero sin presiones, ¡le parece tan obvio...! - Mírame, suéltalo ya de una vez.

No crees que pueda leer tu pensamiento, por eso dudas de lo que sabe. No puede saber que llevas cuatro meses creyéndoos imán y fuego. "Suéltalo ya", te ha dicho. Quizá lo sabe. Y son los cuatro meses, todos sus días, lo que te arrastran como en una riada, un brazo de agua inmenso te está empujando. No es amor, ni deseo, ni todas las imágenes del Cancionere, son cuatro meses represados y sus palabras-espita abierta. Te vuelves sin mirarle a la cara.

-Yo, no sé, yo, no, yo -. La atracción te ha llevado hasta su pecho.

Aprietas los dientes con rabia. Besos con puños y dientes cerrados.

La casa está llena de gente de la que esconderse. En tu cabeza hay también mucha gente a la que ocultar cosas. Pero eres egoísta aunque ahora pienses en ellos.

................................................................. oOo

-Y ahora seremos amigos -dices mientras le sigues besando sin saber por qué lo haces, porque no quieres, pero lo haces. Ahora estáis en la cama. Todo se superpone como un cuadro cubista. Él tiene un foco en los ojos amarillos. Te mira como un pájaro energúmeno de pupilas pequeñas.

-No creo -grazna suave -. Tú protegerás tu historia -habla como los profetas.

-Pero, por qué, pero, yo, no, yo -y le sigues besando aunque no quieres. Aunque-no-quieres es un motivo ahora, todo un tópico. Seguir-besando, no-querer. Es la magnetita, no te preocupes, ahora está debilitada por el contacto de los labios y ya no tiene cuatro meses de espera detrás.

Y el acecho del resto de habitantes que crea terror. Tú y él sobre la cama. Vestidos.

-Eres... mereces la pena, eres una chica que merece mucho la pena -te dice con cara morena.

-No puedo, ya lo sabes. No te prometí nada -dices digna. Dignidad y desesperación. Digna desesperación. Y le sigues besando y entonces el egoísmo es ahora con dos partes y tú en medio. No sabes lo que haces, quizá.

-Déjame una despedida -dice su voz que no es su voz ya.

-Claro -, porque tú siempre has sido muy complaciente.

Desabrocha tu camisa azul, que no recordabas tener, y ves su pelo negro en tu pecho. No notas nada así que tocas tu piel y el vello está de punta. En realidad, no lo tocas, lo ves de punta, por encima de su cabeza, ves ambas escenas, no una junto a otra: ves tu pecho, tu sujetador rosa ciclamen, tus poros hinchados, sus labios ocultos, su saliva. Lo ves todo. No sigue más abajo. Abajo, el término sexual por excelencia. Pero para en tu ombligo (intentas recordar si la imagen que veías se correspondía realmente con tu ombligo, pero todo va rápido y la escena cambia) Él para. Te conformas con eso. Él también, es un caballero. Y hay demasiada gente en la casa, por la ventana, en el baño. Tu habitación tiene todos los detalles: la lámpara verde, los pendientes sobre la mesa, la carpeta negra... Te habla de su madre mientras hacéis tiempo. Es un adiós, claro. Un adiós antes de saludarse.

-Eres una chica maja y prefiero dejarlo aquí -te dice -¿Te conformas con esto?

-¿Y tú? -contestas otra vez egoísta (es, en verdad, el motor de la acción del relato, ni los besos, ni la escena/no-escena... es el egoísmo) Y es egoísta porque tú impones necesariamente el adiós, eres tú la que no puedes, tú, no, tú.

-Eres una chica maja -y lo dice como respuesta, como negando a tu pregunta. No, no se conforma, pero -. La universidad del pretérito perfecto hará, como siempre, lo que le dé la gana.

-¿Qué? ¿Qué has dicho?

"... mantas, abrigos, cualquier cosa que..." El volumen de la radio-despertador está muy alto. Lo apagas alargando la mano de una sola vez, como si el brazo fuera un bloque de cemento sin articulaciones. Un sueño nítido de nuevo con frases creadoras de realidad con sólo pronunciarse. La universidad del pretérito perfecto, qué maravilloso. Es una ciudad, piensas, hay todo un país del pretérito. Y lo había dicho él, no tú.

Y... ¿cómo le vas a mirar hoy a la cara? A los cuatro meses, sumas un día.

Gloria Gil Romera

viernes, 7 de noviembre de 2008

LA FELICIDAD

Picaporte pasa las horas ensimismado. Observa el cartel. Ocupa la fachada del edificio situado frente a su apartamento casi en su totalidad. Es un cartel gigante, desde el cual una escultural chica, con la mejor de sus sonrisas invita a Picaporte a un lugar llamado felicidad. Totalmente seducido por esa imagen, que nunca le abandona decide salir en busca de esa felicidad que le promete esa chica desde el cartel.

-Ella es mi felicidad. Es la felicidad-Repite una y otra vez, siendo esta la única frase que es capaz de emitir.

Sale del apartamento decidido a encontrarla. A encontrar su felicidad.

En la calle camina, con pasos vacilantes, hacia donde se divise mejor el cartel. Picaporte se para ante él. No existe el tiempo para Picaporte ahora. En estado de ensueño total. Pero una voz le despierta de su letargo.

-Tú también la estás buscando, amigo.

La voz corresponde a un hombre de mediana edad, vestido con una gabardina gris, mal afeitado, con el pelo revuelto y los ojos con un cansancio de siglos.

-Sí. Ella lo es. Intenta encontrarla por todos los medios, amigo. Lo leo en tus ojos. A mi me sedujo hace tiempo y lo dejé todo por ella. Por mi felicidad. Aunque en mi caso no fue esa chica que nos mira desde el cartel. Yo caí rendido ante la ginebra. Me pasé días enteros contemplando las botellas en los bares, y en un momento dado, la seducción fue tan brutal, tan íntima, que, al igual que te pasa a ti, sólo repetía esa frase una y otra, y otra vez, La sensación que tienes la conozco muy bien. Quizá mi aspecto te repugne, como a los otros, pero créeme si te digo que puedo ser uno de las personas más dichosas del planeta porque siempre tengo mi particular felicidad conmigo. Estos ojos con cansancio de siglos que poseo son el fruto de adorar a mi felicidad. Vamos a entrar en ese santuario donde habita mi néctar sagrado.

Entraron en un bar, donde al amante de la ginebra es recibido con gran algarabía por parte de los clientes. Picaporte sigue repitiendo la frase una y otra vez. El hombre de la gabardina ordena silencio.Todos lo escuchan:

-He aquí a un hombre en busca de la felicidad. De su felicidad. Cada hombre, cada mujer posee una felicidad concreta. Una necesidad que nace en una persona en un momento concreto. Saben, y muy bien, que ése es su camino. Pero pocos se atreven a escuchar ese mensaje. No los culpo. Sólo unos pocos se atreven a dar ese paso, olvidando para siempre bienes materiales y esa vida que se califica como “normal”. Para ser feliz se necesita sacrificio. Soy inmensamente feliz porque yo descubrí mi felicidad, que no es otra que ese líquido cristalino con aromas de enebro que abunda en este lugar. Sólo los no felices son aquellos que no entienden a la ginebra y se escudan en sus efluvios para olvidar su mediocridad y, a consecuencia de ello, destruir familias. Soy inmensamente feliz al saber que esta persona que me acompaña ha encontrado su felicidad. Y a partir de ahora en cuanto salga por esa puerta va a encontrarse con toda vuestra indiferencia, con vuestro desprecio, con vuestra envidia, con vuestra ira, con todas vuestras “maneras de vivir”. Amigo. Lucha, ante todo y ante todos, por conseguir esa felicidad. Tienes la oportunidad de ser feliz. No va a ser un camino fácil, pero no dudo que lo vas a conseguir. Ahora, brindemos por la felicidad de ambos. Tú conseguirás a esa chica del cartel. Yo, de momento, voy a tomarme contigo una ración de mi felicidad particular.

Toman un par de ginebras dobles. Picaporte se despide de este hombre tan misterioso. Sale decidido a buscar su felicidad.
¿Logrará encontrarla?

Andrés Ramón Pérez Blanco
(El Kebrantaversos)

Ponte la camiseta del Manifiesto

Se trata de dejar de mirarnos el ombligo y sacar los cuentos y relatos a la luz, en búsqueda de lectores cómplices que descubran una faceta poco conocida y muy poco valorada de la narrativa.
Ponte la camiseta del Manifiesto.
Cedida por David González Torres

jueves, 6 de noviembre de 2008

MANIFIESTO POR EL CUENTO

MANIFIESTO POR EL CUENTO
(Carta abierta a todas las publicaciones periódicas)


¿Qué motivó que el cuento como nuevo género literario tuviera dos espectaculares apariciones, primero en el siglo XIX y, después, en el XX? La respuesta es la misma: su publicación en revistas y diarios.
....Los cuentos modernos nacieron y se difundieron en los periódicos, antes de convertirse en los libros que los recopilaban.
....Poe, Chéjov, London escribían sus cuentos para periódicos. Carver, Cheever, Fante, Bukowski y los escritores del realismo sucio americano de mediados del siglo XX adelantaban sus publicaciones con cuentos en periódicos. La nueva generación americana del desarraigo publica en fanzines y diarios locales, y algunos también en diarios nacionales de gran tirada, antes siquiera de presentar su primer libro de cuentos.
....En la América de habla castellana, el cuento ha sido siempre un invitado habitual de las publicaciones periódicas.
....¿Qué ocurre en España con el cuento?
....¿Ningún periódico es capaz de liberar una columna para acoger un cuento moderno?
....Hablamos de dar oportunidades a escritores en muchos casos desconocidos que dedican una atención sostenida y rigurosa al género narrativo breve: a cuentistas.
....El cuento es un género narrativo mayor, quizá el más complejo en su elaboración a pesar de su aparente sencillez, y que requiere de una excelente precisión técnica para lograr que en el lector surja el efecto deseado.
....El cuento es corto por definición, y muy intenso. El buen cuento marca un antes y un después en la mente del lector que ha sentido como un terremoto bajo sus pies.
....El cuento explota en la cabeza, anida en el alma y enseña a ver la vida desde otra perspectiva.
....El cuento aguanta sin respirar tres estaciones de cercanías y varias de metro. El lector viaja, sí, pero no en el vagón.
....El cuento es el género literario más acorde con el actual mundo, presuroso y alocado. Y lo es por dos motivos. Primero, por su minimalismo intrínseco. Y, segundo, porque en su interior guarda una bomba intelectual.
....Demos una oportunidad al cuento.
....Cada año más cuentistas se suman al movimiento. Mucho tienen que ver en ello las escuelas de creación literaria y los talleres que se han multiplicado por cien en los últimos tiempos.
....El cuento como paso de la nada a la novela ya no es un simple ejercicio de preparación. Muchos de los cuentistas modernos son conscientes de que han encontrado en el relato corto su distancia.
....El cuento, el buen cuento, es un reto.
....Los cuentistas son a su vez devoradores de cuentos; fagocitan y degluten relatos con la esperanza de descubrir una nueva forma de tallar ese “diamante” en bruto que es la idea previa a la composición.
....Lo que expresamente se solicita a la prensa escrita de este país es la concesión de un pequeño espacio diario o semanal en sus páginas de cultura destinado a la narrativa breve, y que este espacio goce de la permanencia que, pensamos, merece este género literario.

Esteban Gutiérrez Gómez
Cuentista

http://alotroladodelespejorevista.blogspot.com/
revista.alotroladodelespejo@gmail.com

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Nos cuentan

Aa

Abad, Nacho
(Tormenta de arena - Nº 2)
Algeet, Escandar
(Ey camarera… - Nº 1)
Al-Ramli, Mushin
(Risueña noche de bombardeo - Nº 2)
Álvarez, Héctor
(Plan B - Nº E.Fin Mundo)
Aramburu, Fernando
(Enemigo del pueblo - Nº 3)
Ardohain, Carlos
(Ojo Voraz - Nº 1)
Bb

B. Gallardo, Lola
(Dile a Mandy que la quiero - Nº 1)
Bañares, Adriana
(Molly's chambers - Nº 4)
Barrueco, José Ángel
(La deuda - Nº 1)
Batania
(Los zapatos de tacón - Nº 2)
Beckett, José Ángel
(Siempre encontré - Nº 2)
Bedmar, Jara
([sin título] - Nº 2)
Bilbao, Jon
(Rata - Nº 0)
Blanco, Xabier
(Rattus Rattus - Nº E.Fin Mundo)
Bordón, Antonio
(El coño de Alice B. Toklas - Nº E.Erótico)
Cc

Calahorra, Yolanda
(Colmillos - Nº 2)
Castán, Carlos
(Una historia barata - Nº 4)
Castaño, Violeta
(Son amores distintos - Nº 3)
Cenamor, Francisco
(Suicida - Nº 0)
Cerdaka
(Encerrado en tu propia realidad - Nº 3)
Chica Metáfora
(Sin más - Nº E.Fin Mundo)
Crespo Massieu, Antonio
(El peluquero de Dios - Nº 3)
Crespo, Mario
(Femme fatale - Nº 0)
Dd

D. Abad, Manolo
(Por las calles vacías - Nº 4)
Das, Javier
([sin título] - Nº 2)
Davia, Soledad
(La siesta - Nº 2)
Díaz, Fusa
(Toni - Nº 2)
Díaz, Rafael-José
(Después de Flavio - Nº E.Erótico)
Díez, Antonio
(Estación de Sants - Nº 3)
Ee

Echarte Vidarte, Iñaki
(Elvis - Nº 3)
El Kebran
(En desdén de la luna - Nº 3)
Espada, Manuel
(Retoques - Nº 2)
Espada, Manuel
(Hidrodinámica o la trayectoria de los fluidos incomprensibles - Nº E.Fin Mundo)
Espina, Jorge
(Harry Houdini - Nº 4)
Esquivias, Oscar
( - Nº 4)
Ff

F. Luna, Eric
(Ingrid y el camino a ninguna parte - Nº E.Fin Mundo)
Fernández, Luisa
(Telepatía - Nº 0)
Fernández, Luisa
(Espuelas de plata - Nº E.Erótico)
Fernández, Xandru
(Tangáronte la maría / Te tangaron la maría - Nº 4)
Fides, Sonia
(Balada para un gas noble - Nº 3)
Fortuny, Cesc
(Atmósfera viciosa - Nº 4)
Fraga, Lucía
(La boca della veritá - Nº E.Erótico)
Frühbeck, Carlos
(Muñecas - Nº 1)
Gg

G. del Pomar, Ramón
(¡A la mierda! - Nº E.Fin Mundo)
G. Navarro, Hipólito
(Jamón en escabeche - Nº 1)
García Morales, Cristina
(Los labios cortados - Nº E.Erótico)
García Ramirez, Daniel
(Pelea constante - Nº 3)
García Salido, Alberto
(La botella - Nº 2)
Gilaberte, Adolfo
(Medianoche - Nº 3)
González, Ángel
(Roy y el escritor - Nº 4)
González, David
(El camino de regreso a casa - Nº 1)
Gutiérrez Gómez, Esteban
(La sirena - Nº 2)
Gutiérrez Gómez, Esteban
(Diez años. O más. - Nº E.Erótico)
Guzmán, Carmen
(El hueco del ombú - Nº 1)
Hh

Herrero, Noelia
(El teatro de la vida - Nº E.Erótico)
Hidalgo, Paloma
(21 de diciembre de 2012 - Nº E.Fin Mundo)
Ii

Infante, Alberto
(Brothers - Nº 2)
Irazoki, Francisco Javier
(Sabicas - Nº 2)
Irurzun, Patxi
(Bangkok, ciudad mercadillo - Nº 0)
Jj

Jurado, Julio
(La taza que no me gusta - Nº 4)
Ll

Lafuente, Carmen
(Rosebud - Nº 4)
Lafuente, Carmen
(Gamuza intergaláctica - Nº E.Fin Mundo)
Larretxea, Asier
(La angustia de Laja eta Landakanda - Nº 1)
Leonardo, Begoña
(Pedir perdón - Nº 2)
Lérida, Alejandro
(SMS - Nº 4)
López Cortina, Pablo
(Dies Irae - Nº E.Fin Mundo)
López, Alfonso
(La mañana - Nº 4)
López, Domingo
(No Future - Nº 4)
Lorenzo, Victor
(El naúfrago - Nº 3)
Mm

Manzano, Carlos
(Las dos caras del miedo - Nº 3)
Maqueda, Elia
(Mississippi - Nº 3)
Mardaras, David
(El norte americano - Nº 3)
Martín, Inés
(Capullo - Nº 1)
Martín, Miguel
(Manolete "el de cienfuegos" - Nº E.Erótico)
Martínez Manjarín, Pedro Luis
(La niña - Nº E.Fin Mundo)
Matilla Gutierrez, Pablo
(El grito - Nº 0)
Monge, Patricia
(Vienes - Nº E.Erótico)
Monge, Silvina Luz
(Ella no sabía - Nº E.Erótico)
Monje, Reyes
(Imágenes - Nº 1)
Monzón, Eva
(Identificación - Nº 3)
Mora, Vicente Luis
(Prisa - Nº 0)
Morales, Luis
(EL otro - Nº 0)
Morales, Luis
(Atravesando el estrecho - Nº E.Erótico)
Moreno, Felisa
(El número cuatro - Nº 4)
Moya, Ana Patricia
(Esperma - Nº E.Erótico)
Muñoz Álvarez, Vicente
(El juego - Nº 0)
Muñóz Rengel, Juan Jacinto
(El pescador de esponjas - Nº 2)
Muñoz, Ángel(Voltios)
(Sin saber - Nº 4)
Nn

Naveiras, José
(Romanticismo - Nº E.Erótico)
Naveiras, Lili
(No te creas que no te quiero - Nº 3)
Nonídez, Manuel
(Lo perdido - Nº 4)
Oo

Obrero, Susana
(Jau - Nº 0)
Obrero, Susana
(Durmiendo juntos - Nº E.Erótico)
Olgoso, Ángel
(Iris - Nº E.Erótico)
Ollero, Carlos
(Perra vida - Nº 1)
Ortega, Sylvia
(Moët & Chandon - Nº E.Erótico)
Ortiz, Elena
(Eutanasia - Nº 4)
Ortiz, Guillermo
(No eres tú, soy yo - Nº 3)
Oyola, Leonardo
(José Vélez - Nº 3)
Pp

Pardo Vidal, Juan
(Allegro - Nº 2)
Pazos, Olaia
(Olvidos - Nº 4)
Pepe Pereza
(La manzana - Nº 0)
Pepe Pereza
(Pégame - Nº E.Erótico)
Pérez Cañamares, Ana
(El sol de noche - Nº 1)
Pérez Medina, Juan Carlos
(La piedra - Nº E.Fin Mundo)
Popelka, Roxana
(La señora bien - Nº 2)
Portillo, Andrés
(Tangos - Nº 0)
Rr

Rabanal, Luis Miguel
(La casa de Lucio - Nº 3)
Ramallo, J.
(Duerme, mi amor, duerme - Nº 1)
Rivero, Giovanna
(Perras y soldaditos - Nº 2)
Rodríguez, Esther
(¿No me oyes morir? - Nº 0)
Romero, Antonio
(La Organización - Nº 3)
Romero, Norberto Luis
(Festival anual de danza de cucarachas - Nº 4)
Ss

Safrika
(Y sin ser Cruella de Vil - Nº 4)
Salem, Carlos
(Ventanas - Nº 0)
Salem, Carlos
(Triángulo - Nº 1)
Salem, Carlos
(La macha - Nº E.Erótico)
Sánchez Sempere, Mayte
(La cita de Tiburcio - Nº 4)
Sánchez Sempere, Mayte
(Programación especial - Nº E.Fin Mundo)
Sánchez, J. Jorge
(La arenga de Aragorn - Nº 3)
Sánchez, Mónica
(Los juegos - Nº E.Erótico)
Santurio, Eva Mar
(Amebas - Nº 4)
Serrano, Javier
(Golpes de calor - Nº 3)
Serrano, Javier
(Esencia de Tokio - Nº E.Erótico)
Silva, Lorenzo
(Contártelo, Adela - Nº 1)
Silva, Mª Jesús
(Miradas - Nº 0)
Silva, Mª Jesús
(Las cerezas - Nº E.Erótico)
Sipán, Óscar
(Cena para dos - Nº 0)
Sipán, Óscar
(El sonido de matar, el sonido de morir - Nº 2)
Sotillo, Ángel
(Imperdonable olvido - Nº 4)
Tt

Torres, Marisol
(Cuchillo en la piel - Nº E.Erótico)
Txe Peligro
(Filosofía - Nº 0)
Vv

Vasconcellos, Marcos
(Modo de preparación - Nº 1)
Viñuela, Nacho
(Animales de compañía - Nº 1)
Vukusic, Déborah
(Mustafá - Nº 2)
Xx

Xen Rabanal. Alfonso
(El tiempo del hombre muerto - Nº 3)
Zz  

Zapata, Miguel Ángel
(Retrato de una paranoia con Paul McCartney dentro - Nº 1)