viernes, 23 de septiembre de 2011

Cucharas - Gabriel Bevilaqua

DESDE que Sarita me contó aquel cuento donde las cucharas adquirían vida y le sacaban los ojos a la gente, he dejado de tomar sopa. Mamá se enfada y me pega un cachetazo cada vez que prepara una. Yo le explico con santa paciencia que les tengo miedo a las cucharas pero ella no entiende. Dice que me deje de tonterías, que quién carajo es Sarita, que deben ser los genes del infeliz de mi papá. Para colmo parece obsesionada con la sopa últimamente.

Este mediodía, mamá se enojó más de lo acostumbrado y me golpeó con el palo de amasar.

Sarita dice que todo es su culpa, que no debió hacerme caso cuando le pedí que me contara un cuento de terror, pero yo le digo que adoro sus historias, que no se preocupe, que mamá me pega desde mucho antes de conocerla, con o sin sopa de por medio. Entonces Sarita se limpia las lágrimas, me abraza y me da un beso en cada mejilla. Duele, pero es un dolor relindo. Luego acomoda las sábanas con esmero y me pide que descanse mientras ella va a hablar con mi mamá. Cuando sale de la habitación noto que esconde una cuchara entre sus manos.

Gabriel Bevilaqua

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6 comentarios:

Rocío Romero dijo...

Estremecedor Gabriel,
dan ganas de ser Sarita y de ver qué opina la mamá después :-)
Me encantan los micros con narradores infantiles, nos llevan pasito a paso, sin estridencias, por las realidades más incomprensibles.
Abrazos y enhorabuena

Susana Camps dijo...

Como dice Rocío, la voz infantil nos lleva por la vía de la inocencia a las suposiciones más estremecedoras. Conmovedor e inolvidable, Gabriel. Enhorabuena.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Un texto sobrecogedor con un final sorprendente y -tal como comenta Rocío- casi deseado.

Muy buen trabajo, Gabriel.

Mis felicitaciones.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Rocío, Susana y Pedro, muchas gracias por vuestros gentiles comentarios. Un placer que les haya gustado.

Y muchas gracias a Al otro lado del espejo por la publicación.

Saludos.

josé manuel ortiz soto dijo...

Gabriel, excelente texto: va soltanto poco a poco esa inocencia perversa que esconden los chamacos.

Felicitaciones.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Muchas gracias, José.

Saludos.