martes, 4 de octubre de 2011

El cowboy y la noche - Carlos Almira Picazo

Germán me apunta con su dedo índice en la sien. No ha tenido mucha suerte en la vida: “¡Arriba las manos, papá!”, me ordena. Obedezco. Transcurrido un minuto, emprende la fuga. Recojo las lentes quebradas del suelo.

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