Camino. De noche. En una calle, frente a mí, dos sombras. La oscura, alta, arrogante; la clara, débil. Y yo, más sombra que ellas, detrás. Entonces pienso que deberían de salir muchas sombras para abarcar todo lo que somos.
Me imagino que algunas de ellas van mudando como lo hacen las serpientes con su piel. Veo que la sombra de la inocencia cambia de color, de un violeta claro a uno más oscuro, con matices, con sombras dentro de sombras. La de la inquietud, sonrojada. La del dolor se endurece; opaca, con menos aberturas. La sombra del deseo, encogida, muda, añeja. Pero hay momentos en que besa sin saber qué pasará, se embrutece como antes, se aferra a un vínculo; soplo de vida, aliento.
Eva Medina Moreno
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7 comentarios:
Metafora infinita convertida en micro. Me gustaría conocerlas sombras de los pecados, tan denostados ellos.
Enhorabuena, Eva.
Pedro,
Muchas gracias por tus palabras, y la verdad, tienes razón, los pecados se me quedaron fuera.
Saludos,
Eva.
Tiene fuerza, es poético, filosófico, está muy bien escrito.
Excelente, Eva.
Muchas gracias,
Eva.
Un gran post Eva, esperarè ansiosa las sombras divertidas del optimismo, las sombras escurridizas de las mentiras y las sombras bailarinas de una sonrisa. Me gusta tu forma de escribir. Roby de INPDAP prestiti
Roby,
Muchas gracias por tu comentario. La verdad es que me anima. Y esas sombras que esperas, llegarán, llegarán.
Un saludo,
Eva.
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