lunes, 19 de diciembre de 2011

Los ojos negros IX- Pedro Antonio de Alarcón





Era el obscurecer del día siguiente. Reinaba en el mar la más formidable tormenta.

ElThor, montado por Magno de Kimi, y el Finisterre, mandado por D. Alfonso de Haro, estaban acribillados de balas de cañón y de fusil, y tan cerca el uno del otro, que sus bandas se tocaban a veces a impulsos del huracanado viento.

-¡Al abordaje! ¡Al abordaje! -rugían ambas tripulaciones con espantosa furia.

-¡Al abordaje! -gritaron al fin los dos jefes.

Pero la tempestad, que por momentos iba siendo más terrible, impedía el transbordo de los combatientes, hasta que, por último, la propia fuerza del vendaval unió a las dos embarcaciones, se echaron las amarras y comenzó la lucha cuerpo a cuerpo.

Magno y Alfonso se encontraron sobre la cubierta del Finisterre cada cual con un hacha en la mano y ambos heridos.

Iban a acometerse de nuevo en aquel otro género de lid, cuyo éxito podía ser favorable a Magno de Kimi, cuando se oyó un grito horrible, pavoroso, fúnebre, que salía de cien bocas heladas de espanto, y que llegó a estremecer hasta a los dos héroes:

-¡El MAELSTROOM! ¡El MAELSTROOM!

Todos repitieron este siniestro nombre, y todos arrojaron las armas. Ya no había rivales ni enemigos... ¡Ya no había más que sentenciados a una misma muerte, segura, infalible, próxima, que los heriría a todos de un solo golpe, que no dejaría rastro de ellos ni de sus naves, y de que únicamente los bardos tendrían noticia en el mundo!


IMPRIME ESTE POST

No hay comentarios: