Salí a fumar un cigarrillo; lo he intentado varias veces y creí que la última vez lo había logrado, pero aún no puedo dejarlo. Está frio y la noche presenta el aire cargado de lluvia en suspensión, Linda noche para fumar, me dije, mientras buscaba en mis bolsillos el encendedor que parecía nunca encontrar.
Me alejo del bullicio y sigo buscando, Aquí estás, exclamo contento al encontrarlo, mientras mi cigarrillo tambalea subiendo y bajando de la punta de mis labios, como si estuviera ansioso por la proximidad del encendedor y el inicio del rito.
Por fin el fuego chamusca y tuesta el seco tabaco, haciéndolo suavemente quemar; chispea al oído, mientras aspiro la mejor de las bocanadas tibia de sabor. Es una fría noche, y de tan fría que está, yo no creería que pudiera llover si quisiera. Al frio lo siento ahora en mis ojos, como si se congelaran en cada brisa mis lagrimales y quebrara la punta de mi nariz con un filoso cincel al respirar; No, no creo que llueva, pensaba, no por lo menos dentro de estos minutos que disfrutaré del peor de los hábitos que pudiera elegir. O hasta que despierte de este magnífico sueño de un ex fumador.
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2 comentarios:
Buen relato, un placer leerte.
felices fiestas.
Muchas gracias Ricardo.
Felices fiestas para vos también.
Abrazo,
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