sábado, 19 de noviembre de 2011

La gatita y la chacal - Anónimo Indio


Había una vez una chacal y una gatita. Vivian en el mismo árbol, la chacal al pie y la gatita en la copa. Ninguna tenía hijos. Un día la gatita le dijo a la chacal, “Vayamos y adoremos a Dios, y ayunemos, y él nos dará hijos”. La chachal dijo “Muy bien”. Aquel día, la gatita no comió nada, tampoco por la noche; pero la chacal, por la noche, trajo un animal muerto y se puso a comerlo tranquilamente al pie del árbol. Allí al lado, la gatita escuchó como masticaba los huesos en lugar de estar ayunando. “¿Qué tienes ahí,” preguntó la gatita “que haces tanto ruido?”. “Nada,” dijo la chacal “sólo son mis propios huesos que crujen dentro de mi cada vez que me muevo”. La gatita volvió a dormirse y no supo más de la chacal. A la mañana siguiente la gatita comió algo en nombre de Dios. Aquella noche, de nuevo, la chacal trajo un animal muerto. La gatita la llamó: “¿Qué estás masticando? ¿Por qué haces tanto ruido? Estoy segura de que tienes algo de comer”. La chacal dijo “¡Oh, no! Sólo son mis propios huesos crujiendo en mi cuerpo”. Así que la gatita se fue de nuevo a dormir.

Algún tiempo después la gatita tuvo siete hijitos – realmente pequeños – pero la chacal no tuvo ninguno, puesto que no había ayunado. Un año después, la gatita volvió a adorar a Dios y le pidió que cuidase de sus hijos.

Un día – era su gran día – la gatita preparó siete platos. En uno puso nueces de cacao, en otro pepinos, en el tercero arroz, en el cuarto plátanos y así hasta siete. Entonces le dio un plato a cada uno de sus hijos y les dijo que los llevasen a su tia la chacal. Ellos cogieron los siete platos y se los llevaron a su tía, gritando “¡Tiita, tiita, mira aquí! Mamá te envía estas cosas”. La chacal cogió los platos y les cortó la cabeza a los siete gatitos, les cortó las manos, los pies, las narices, las orejas y les sacó los ojos. Entonces puso las cabezas en un plato, los ojos en otro, las narices en el tercero, las orejas en el cuarto, las manos en el quinto, los pies en el sexto y los cuerpos en el séptimo y tapó todos los platos. Cogió los platos y se los llevó a la gatita y le dijo “¡Mira! Te traigo algo de vuelta. Me enviaste un regalo y yo te traigo otro”. La gatita pensó que la chacal había matado a sus siete hijos y gritó “Oh, ahora está demasiado oscuro para ver lo que me has traído. Deja los platos bajo el árbol”. La chacal dejó los platos y volvió a su casa. Entonces Dios revivió a los gatitos que fueron corriendo junto a su madre. Y en lugar de cabezas y ojos y narices y orejas y manos y pies y troncos, en los platos volvía a haber nueces de cacao y pepinos y plátanos y arroz y demás cosas.

La chacal volvió a coger a los pequeños y esta vez los mató, los cocinó y se los comió; y de nuevo Dios los devolvió a la vida. La chacal estaba muy sorprendida de ver a los gatitos vivos y se enfadó y le dijo a la gatita “Cogeré a tus siete hijos y los tiraré al agua y se ahogarán”. “Muy bien,” dijo la gatita “cógelos. No me importa. Dios cuidará de ellos”. La chacal los cogió y los tiró al agua y los dejó morir, mientras la gatita miraba sin derramar una lágrima. Y de nuevo Dios los hizo revivir y la chacal estaba muy sorprendida. “¿Por qué?” preguntó “He puesto a esos niños en el agua, les he dejado ahogarse. ¡Y ahora están vivos!” Entonces Dios se enfadó con la chacal y le dijo “Vete de este pueblo. Allá donde vayas, los hombres intentarán matarte y siempre tendrás que temerle”. Así que la chacal se marchó y la gatita y sus hijos vivieron felices para siempre.



Éste relato, procedente de la tradición oral, fue recogido en Calcuta por Maive Stokes hacia 1879. Fue publicado por primera vez, junto a otra treintena de relatos recopilados y traducidos al inglés por la misma autora, en 1880 bajo el título "Indian fairy tales".

Traducción: Mayte Sánchez Sempere

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1 comentario:

Germán Hernández dijo...

!Qué enigmático texto, su simbolismo numérico...!