El joven poeta estaba inspirado, como en trance. Corrió rápidamente a su mesa, escribió el poema más maravilloso jamás escrito, lo quemó y finalmente esnifó sus cenizas.
Cuando le enterraron, aún conservaba esa mueca de felicidad.
Habría sido más productivo compartirlo con el mundo, seguro, además de evitarse una dosis extra, aunque fuera de tinta, alguno lo habría agradecido. Me gustó.
4 comentarios:
Habría sido más productivo compartirlo con el mundo, seguro, además de evitarse una dosis extra, aunque fuera de tinta, alguno lo habría agradecido. Me gustó.
Saludos
Muy bello¡¡¡
Volvió a formar parte de él.
Bs
Poesía Intimista?
Muchas gracias por los comentarios. Es mi primer microcuento (o lo que sea :p)
Felices fiestas a todos.
Abrazos,
Erich A.
Publicar un comentario